miércoles, 15 de abril de 2015

Andando por los senderos desde Suances hasta Comillas

 



   El senderismo es una práctica que he descubierto recientemente, hace apenas once meses. No pretendo emular con ello a nadie y menos aún deseo que nadie me emule. No autorizo a  nadie a nada. Lo que yo hago lo hago exclusivamente para mí y para nadie más. ¿Verdad; Teresina de Ávila  y de Cantabria?

   A lo sumo, uno tiene a veces la orgullosa sensación, que haciendo las cosas bien, llegando  a puerto bueno y a  meta deseada, en tiempo, en la forma y en la harmonía con el entorno, la inexorable entropía de este  mundo se estabilizaría un poco. 

   He recorrido todos los tramos senderiles entre la bella y más que  burguesa, bien aristocrática           -a pesar de lo muy ¿"revolucionario"? y  a la vez muy ¿"independentista"? que allí votan- Easo / San Sebastián; hasta Comillas en Cantabria  cerca de Asturias. He dejado sólo sin completar ni recorrer a pie, el tramo entre Plencia y Algorta en Vizcaya procurando ceñirme lo más posible al mar y a los acantilados; subiendo además hasta la cima de los montes más cercanos. De Este a Oeste el Monte Igueldo en San sebastián; no subí por falta de tiempo al Mendizorroz y al Kukuarri, siguiendo un sendero de gran recorrido (GR) difícil, semi-abandonado y cansino pero precioso; el Beastegui separando Orio de Zarauz; Tontorramendi -y valga la redundancia, todo monte tiene una "cima" = "tontorra"; "monte" = "mendi" en vasco- dominando Ondárroa; Otoio escoltando al bello Lequeitio; el impresionante, por su caída vertical hacia el mar, Ogoño sobre el  especialísimo pueblo acantilado de Elanchove; el Acharre sobre la magnífica ría de Mundaca; llegué demasiado tarde, anocheciendo y cansado, para subir al Ereñozar; el tan cónico y tan densamente vegetado Achapunta en Busturia; el Aznabarra en una zona preciosa  entre Bermeo y Baquio; el Jata; el Ermua y el Astondo ya en Górliz. El San Bernabé y el Elorriga/Banderas  en Bilbao sobre la ría del Nervión; Serantes y Lucero por Santurce; La Peña Santullán sobre Castro Urdiales (-urdiendo sin parar; el castro ese-); Cerredo; el magnífico y marino Candina; La Peña, un acantilado geométrico de impresión llegando a Laredo;   el Montehano  en Escalante; el muy marinero y muy verde Buciero en Santoña.

Huyendo del tedio de Vil Vaho, llego a Santander en autobus el viernes santo 3 de abril de este año de gracia del 2015, por la mañana y en autobus municipal de ceracanías hasta Liencres. No tengo coche. El chófer me hace gracia. Ha reñido a una mujer que le solicita fuera de la parada, en plena avenida y lo consigue. Y a un hombre mayor, que él conoce, que baja al hospital Santa Cruz sin dar al timbre de parada.Tomo mi primer café en el bar "Amarillolimón" en la plaza. Al volver del servicio, le pregunto a la encargada que cual era el de hombres, si "lima" o si "limón"; que yo entré en limón.Iniciamos una conversación sobre el sexo de los ángeles -y no tan ángeles- concluyendo  que una lima pero que  un limón; que en el caso de representación por símbolo de masculinidad, esta es sin duda la de la flecha para arriba.Y ella levanta su antebarazo; claro, vosotros, lo vuestro de los hombres; no debiera de haber posibilidad de confusión, aunque todos, todos preguntan; me cuenta amablemente. Espero que esa conversación  no fuera una trampa; ya no me fío de nada. Y antes me fiaba de todo. Pero sigo sin saber nada de nada.


 El mar, los acantilados, las rocas y la arena, las formas y colores por Liencres.




























  Tras recorrer los acantilados y las bellas dunas llego a la desembocadura del río Pas y es marea baja. La impresión que tengo es que no cubre más de un metro de media; pero habrá zonas de dos metros de profundidad. Mojaría la mochila y mi ropa si me pongo en traje de baño y cruzo el río entre andando y nadando. 

  Me resigno a dar una vuelta de bastantes kilómetros bordeando el río y sus meandros hasta el primer puente, que es el del ferrocarril de vía estrecha de la línea Oviedo-Santander. Cuando la marcha por la rivera se torna difícil por el fango en que te hundes, que ha sustituido a la arena, veo a una pareja de piragüistas en la orilla opuesta, cada uno en su montura. Le grito a la mujer, que está más cerca, si me puede hacer el favor de pasarme a la otra orilla. Cometí un error; debí de convencerle, con argumentos velados de masculinidad, a él. Ella se lo pregunta a su hombre, que naturalmente se niega. En Vasquia, donde las mujeres mandan más; casi seguro que una mujer me  hubiera pasado. La excusa que da el macho es que esas piraguas no están preparadas para dos personas. Ella se excusa , a su vez, de dejarme así  tirado; yo creo que sí hubiéramos pasado juntos. 

  Cambio mi dirección hacia el extenso pinar detrás del río y maldigo en voz alta la ruta por donde me he metido, con demasiada agua, que va inundando mis botas de senderismo. Hay muy poca gente por la zona; un hombre en la playuela de en frente, que me está viendo y me oye, me grita de que "¡pase usted, hombre!". Debe de pensar que yo le tengo miedo a regresar por ahí. Está un poco lejos, así que yo no le contesto nada. ¿ Cómo se puede equivocar un hombre, una mujer tanto; qué consecuencias pueden tener tales equivocaciones ?

  Por el pinar, casi de inmediato encuentro un sendero de pequeño recorrido (PR), bien marcado en blanco y amarillo.Va en la dirección y en el sentido que yo deseo; sé que me llevará a buen puerto. Ya me  he comido los dos sangüiches de pan de molde barato que traía de bilbao. Me paro a  dar buena cuenta, con rapidez pues no hay ruta corta, de mis dos frutas y beber la preciosa agua.                  ¡ Cuanta inmoderada sed suelo tener ! Es apenas la una de la mañana y me sorprende mi apetito. No sé si el apetito lo controlo yo o no; ayer subí a dos montes bien duros y exigentes, por Durango, sin comer casi nada hasta la noche. El PR desemboca en una carretera comarcal. 

  Un poco antes de llegar a  Boo de Piélagos, una chica con un mozo me pregunta que cómo ir a las dunas de Liencres. Le digo que por la carretera por donde  yo vengo y a la izquierda dos kilómetros después. Curiosamente, la vuelvo a ver esa misma tarde y a su hombre de pelo raro, a mi regereso por tren, en la estación de vía estrecha de Santander. Esas casualidades me matan; no creo yo que lo sean; pero no sé lo que son. 

  En un cruce, en Boo, en que ya sé, porque miré en casa el mapa satelital de Google; que debo de ir a la derecha hacia el puente del ferrocarril; un hombre está haciendo que hace algo; le pregunto, sin poder callarme; no decir nada, en ese instante; por el puente y me contesta correctamente lo que yo ya sabía. Debo de tener cuidado pues mi ex compañera Verónica, en el pasado, conociendo el futuro, mi futuro, que yo no conocía, se las ha arreglado para implicarme en algo que yo no he comido ni bebido, ni me enteré entonces de ello. Sí recuerdo los manejos furtivos que ella hacía y que yo no contestaba que sí o que no. Otros, los que pueden, cuando quieren, contralar mi cerebro, lo contestaban por mí. Y ella lo sabía todo prerfectamente. El que no se enteraba entonces, era yo.


El río Pas cuando es ría, en marea baja.




Pinar encima del Pas




Desembocadura del Pas desde la comarcal hacia Boo de Piélagos




Flora local silvestre violeta




Laberinto geométrico natural muy bien ordenado




Gato autóctono  





Casuca cualquiera en el camino





Blasón





Parte de la procesión del viernes santo del 2015 frente a la estacíon, en Santander, hacia las 20 h                                






Cruzo el puente del ferrocarril con rapidez. Hay sólo un metro y pico de espacio hasta el primer raíl del tren; salgo a un terreno pantanoso que cruzo, y subo por un muro de piedras hasta una  comarcal. Llego a un restaurante-bar que aficha, junto a la carretera, una pizarra enorme con lo que parece ser un buen menú del día por 15 Euros. Son las dos y media de la tarde, hora de comer y yo, ni muy corto, ni demasiado vago, aunque ya he comido, no lo puedo resistir y me voy a sentar a una de las mesas del comedor.


Ando con pesadez al salir, pero continúo estoicamente y me meto por berengenales de difícil paso  nuevos. En un lugar oigo los balidos de un bebé corderito dentro de una valla.Su mamá está fuera y él no puede mamar.Busco algún agujero en el alambardo para que la mamá vuelva al redil, pero no encuentro nada. Llego a un lugar en el que sólo hay zarzas muy densas imposibles de traspasar, una larga valla que cerca una propiedad privada o bien una ensenada de calma mar. Deshago mi camino y veo que el corderito que lloraba, está ahora con su madre fuera del recinto.  ¿ Magia o qué cosa es?


LLego a Cuchía y nadie sabe decirme bien si hay algún autobus o no para cualquier dirección -en lugares muy apartados, cualquier autobus te llevará a mejor sitio- ni a qué horas . Veo desde una altura un barquito que parece de transporte de pasajeros, para cruzar el Saja, pero que va en dirección contraria a la de Suances. En un chiringuito cerca de la playa me dan un folletito del barco, con un teléfono pero sin ningún horario. Como no me gusta nada llamar, y además no creo que me informen, decido regresar a pie hasta donde pueda. Me encuentro de nuevo con un hombre al que había  ya preguntado y este, muy amable,  me lleva en su coche hasta la estación de Mogro, para volver a Santander.

Pero la etapa más larga de todas las que yo he hecho ha sido la de Suances hasta Comillas, con once horas y media continuadas de marcha, a buena marcha, sin comer porque era el domingo 12 de abril del 2015, había dormido en una pensión en Suances, no había tiendas abiertas para comprar algo de comer y sólo tomé una madalena, dos cafés con leche y una tostadita con mermelada y mantequilla a las ocho de la mañana. Medio paquete de patatas fritas que me quedaba del día anterior, dos lonchas de salami del día antes, fundidas por el sol, y en la playa de Cóbreces a las cinco y media de la tarde una media caña de cerveza con una tapa de siete  aceitunas.

El sábado 11/04/2015 me voy a Santander en autobus y de allí a Barreda, al lado de Torrelavega en tren de vía estrecha. En Barreda está el puente sobre el Saja, de carretera, más cercano al mar. Y la fábrica química de Solvay. Han construico una pista ciclable -las pistas ciclables no son de mi gusto para nada, me parecen esas pistas más un apartheid antinatural para bicis, que otra cosa. Las bicicletas deben de ir por las carreteras normales **y no por las aceras** **ni por pistas exclusivas par ellos**, como lo están mal haciendo ahora por Bilbao y por tantos sitios más; por desgracia.


Flores silvestres en la zona




Fábrica "Asturiana de zinc", que no me dejaron, la seguridad, pasar por ella, alegando oscura privacidad. El único sitio, en todo el camino desde San Sebastián, a pie, que no me han dejado pasar, tomar atajo.




El río Saja




La flora silvestre, en su belleza, que no solemos pararnos a mirar.




El Saja se ensancha 




 Bandera de España, una alegría depués de ver tantas banderas vascas o catalanas clamando a romper España y después romper a Francia y luego a Alemania y después quebrar  Italia y también Gran Bretaña; sin poder detener  la destrucción gradual de Europa, si no los paramos ya en seco; desde ahora.







Burros en un prado.Un grupo de tres mujeres me pasa nada más sacar la foto. Al  centenar de metros se dan la vuelta en su camino. Detrás de mí no venía nadie desde kilómetros atrás.





Flores de las dunas





Una de las playas de Suances, consigo pegarme un baño rápido y secarme al sol




Información turístico - cultural - literaria en Suances. Me  parece una buena idea.










El verde y el azul




Las casas de Portus Blendium






  Como siempre  que he viajado, en esta triste vida mía actual, siempre, siempre sin un céntimo, encontrar alojamiento barato y a la vez decente es el mayor quebradero de cabeza. En los meses de verano es imposible encontrar algo, si improvisas, como yo suelo hacer. En la zona de abajo del pueblo los hoteles son de 40 y de 50 € por noche a pesar de ser temporada baja. Mi presupuesto es, excepcionalmente,  de 20 €. Debiera de ser posible poder dormir en albergues o pensiones limpios y acogedores con literas  y con camas por 10 € o menos. Al final y arriba del pueblo, según se viene del faro, encuentro una pensión/casa rural bonita, acogedora y limpia, *con todo funcionando y nuevo*, bañera, servicio y ducha por 22 € incluido el desayuno. La cena es, en cambio, un pequeño fracaso. Casi nunca he conseguido comer bien -que no esté el pedazo de pollo con sabor de recalentado y grasiento -o lo que sea, pero que esté bien; la hostelería no está al nivel del turismo culto que tiene la bella Cantabria- que no sean las patatas fritas endebles y congeladas, por 10 € o menos.Y eso que era en un bar/restaurante en la zona "chic" de abajo, al lado de los hoteles y de los restaurantes caros. Con más tiempo, porque ya era tarde, hubiera posiblemente encontrado una relación calidad precio mejor; pero para eso hay que recorrer todo el pueblo, en cada pueblo turístico, hasta encontrar el sitio adecuado. Felices los que se pueden sentar a una mesa sin preocuparse por el precio de lo que van a comer o a cenar.

A las doce de la noche, cuando vuelvo a la pensión por un sendero con fuerte desnivel, que ayuda a digerir la cena pobre, el perro minúsculo que me ladra -y la dueña- me están esperando, quizás por pura casualidad. Acaricio al animal, que es hembra según voy a saber, que se tumba voluptuosa. Le digo a la dueña  que no entiendo porqué ladran tanto los perros, que nunca he tenido ninguno, al contario que gatos. Ella me dice : -"¡qué puta es!...".  Pienso, pero demasiado tarde, cuando ya estoy en la cama, que son los del mismo oficio los que más entienden; que le debía yo de haber propuesto algo poco honesto; que qué lento soy en entender las cosas, que  pensé que era una mujer casada.

 Por la mañana, la mujer  no está. Llamo al timbre pero nadie viene, le dejo el dinero convenido en un rincón del despacho y me voy sin desayunar allí. Menos mal que yo tenía cambio; no importa.


A diferencia de la costa vasca vizcaína o guipúzcona, muy bellas también, la cántabra casi no tiene plantaciones de pinos o de eucaliptus, que suelen abarcar, en Vasquia, toda la superficie del acantilado-monte, hasta el  mar, cuando no son praderas para pasto, lo que limita muchísimo la perspectiva-visión del monte lindante con el mar y del mismo mar, cuando los árboles están omnipresentes. Por ello. la costa Cántabra es espectacular en el mejor de los sentidos de la palabra espectáculo, aunque algo desnuda de árboles autóctonos, que creo que habría que ir plantando, pero no intensivamente, en varios sitios.




Primaridad de los colores






Punta Ballota







 ¿ Quién cree que las costas de España están en línea recta ? ¿ Y las de Gran Bretaña ?






















Los Picos de Europa aún con nieve










Flores de duna/acantilado

































Sin palabras






















Formas naturales notables y alguna artificial también notable






















































Playa de Cóbreces






Llegando a Comillas










Playa de Comillas




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